La leche materna se produce a partir de los nutrientes que tenemos en nuestro organismo, por eso depende totalmente de lo que coma la madre y, para asegurar la mejor calidad, es necesario seguir una dieta equilibrada, sana y variada rica en una serie de vitaminas y minerales.
La leche materna es el mejor alimento para el bebé en sus primeros meses de vida siempre. Pero, aunque la leche materna siempre sea un buen alimento, podemos hacer que sea aún mejor y más completo si nos aseguramos de seguir una dieta sana. Así, existen muchos alimentos que benefician la salud de nuestro bebé, igual que hay otros que se deben evitar en estos meses.
Consejos para una dieta sana en la lactancia
Mientras estés dando el pecho, debes tener en cuenta los siguientes consejos para que tu leche tenga la mejor calidad posible y cuente con todos los nutrientes que necesita tu pequeño:
- Bebe unos dos litros de agua al día.
- Incluye alimentos ricos en zinc, mineral que puede verse comprometido en la lactancia (cereales, frutos secos, legumbre e hígado). También debes consumir suficiente yodo. Elige sal yodada y alimentos como los pescados. Y alimentos con selenio, presente en carnes y pescados.
Alergia a la proteína de leche de vaca en bebés
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) es la alergia más común en lactantes y niños. Se produce cuando el sistema inmunológico de un niño identifica las proteínas contenidas en la leche de vaca como peligrosas, lo que desencadena una reacción alérgica. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con otros tipos de alergia, los niños afectados por la PLV pueden adquirir la tolerancia en los primeros años de vida.
- Es importante aumentar la cantidad de algunas vitaminas liposolubles pues su presencia en la leche depende directamente de lo que coma la madre. Principalmente, debes asegurar el consumo de vitamina A (que se encuentra en los productos de origen animal como la leche, la yema de huevo, el hígado de pescado o los vegetales coloreados), y vitamina E (presente en aceites vegetales, aguacate, frutos secos, legumbres y pescados).
- En cuanto a las vitaminas hidrosolubles, no se acumulan en nuestro organismo sino que su exceso se elimina por la orina, por lo que debes consumir todos los días alimentos ricos en vitaminas del grupo B. Las vitaminas B1, B2, B3 o niacina en encuentran tanto en alimentos de origen vegetal como de origen animal. Abundan en alimentos como el hígado, los pescados, los huevos y lácteos, así como en algunos alimentos ricos en fibra como legumbres, cereales integrales y algunos vegetales. La vitamina B9 o ácido fólico la encontramos en alimentos de hoja verde (acelgas, espinacas, escarola, etc.), frutos secos (sobre todo en avellanas), cereales integrales y frutas como la naranja y las fresas. Y, por último, la vitamina C está en cítricos y verduras como los pimientos.
Súper alimentos que debes incluir
Además de seguir una dieta basada en las recomendaciones antes indicadas, puedes incluir estos alimentos que ayudan a aumentar la calidad y cantidad de la leche materna:
1- Aceite de coco
Es beneficioso porque contiene un sinfín de nutrientes y grasa buena que ayuda a que tu leche también tenga excelente grasa para tu bebé. Debes comprarlo en crudo y sólido. El aceite de coco ya líquido no es bueno.
2- Nueces
Las nueces, consumidas con moderación, aumentan las grasas buenas de la leche.
3- Aguacate
Los aguacates son el alimento (sin contar a la leche materna) con el mejor tipo de grasa ya que tiene gran cantidad de ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado, y también ácidos grasos omega 3 y omega 6 que son realmente beneficiosos para la salud.
4- Avena
Una sola taza de leche por la mañana ayuda a mantener una cantidad buena de leche. Entre otros muchos beneficios, tiene una gran cantidad de ácidos omega 3 y linoleicos, conocidos como “grasas buenas”.
Alimentos y bebidas a evitar
- Comidas muy grasas
- Bebidas con alcohol ya que este pasa a la sangre y de ahí a la leche materna
- Tabaco, muy perjudicial durante la lactancia
- Bebidas excitantes (modera su consumo)
- Alimentos que puedan alterar el sabor de la leche: Alcachofas, coles rábanos, coles, grandes cantidades de ajo y cebolla crudos, así como especias picantes e irritantes.
Resumen de la ponencia de Jud Heinrichs, profesor en la Univers > Publicado en Campo Galego.
Incrementar la producción de leche, pero sobre todo de sólidos, fundamentalmente grasa, debería ser un objetivo para todos los ganaderos, habida cuenta de que la industria láctea pagará cada vez más según el extracto seco de la leche.
En este sentido, la multinacional Alltech organizó el pasado mes de junio en el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM) una jornada sobre mejora de las calidades de la leche. La ponencia corrió a cargo de Jud Heinrichs, profesor en la Universidad de Pensilvania, y un referente internacional en alimentación de vacuno de leche.
De una forma didáctica, explicó las claves para mejorar el rendimiento de grasa de la leche mediante el manejo diario:
La importancia del PH ruminal:
Un rumen sano permite que la vaca absorba bien los nutrientes y pueda producir leche con niveles altos de grasa y de proteína. En este sentido, el profesor estadounidense recomendó “no llegar a una situación de acidosis, en la que se deterioran la vellosidad del rumen, aunque sea puntual, porque penaliza la ingesta, la absorción de nutrientes y la producción, y es muy difícil recuperar la situación previa”.
A este respecto, recordó que “lo ideal es mantenerse en un nivel de PH ruminal de 6” y advirtió de que en el caso de las vacas en producción a las que se le subministra el pienso por separado -por ejemplo en las que hacen pastoreo- “al comer el pienso dos o tres veces al día durante el ordeño, y digerirlo de una forma rápida, lo que se provoca es una bajada del PH ruminal hasta el 5,2, que posteriormente al volver a digerir pasto vuelve a subir a hasta el 6,8”.
Además, advirtió de que “con PH ruminales bajos se paraliza el crecimiento de las bacterias encargadas de digerir la fibra del forraje, y baja la producción de ácido acético, precursor de la grasa de la leche, y se produce una depresión de la cantidad de proteína global en el rumen, además de una reducción de la ingesta de materia seca”.
“Es muy frecuente que cuando hay una menor ingesta de comida por parte de las vacas el ganadero tienda a picar más la ración, pero de esa forma la grasa y la proteína de la leche no van a subir”, añadió.
Por otra parte, Jud Heinrichs destacó que comparando el carro mezclador con el sistema de pastoreo, el primero suele ser entre un 5 y un 15% más eficiente para la producción de grasa en leche, debido a que “el aprovechamiento de los nutrientes del forraje, en términos de carbohidratos es mejor, y al no dar el pienso sólo las oscilaciones del PH ruminal también son menores, de entre el 5,8 y el 6,2”.
Tanto en un caso como en otro, añadir levaduras vivas a la ración puede ser una solución efectiva para corregir las oscilaciones del PH ruminal y mejorar el funcionamiento del rumen.
Variación del PH ruminal en pastoreo, entre 6,8, cuando está pastando la vaca, y 5,2, cuando come el pienso:
Proporción de pienso y forrajes en la ración:
Según Jud Heinrichs, el forraje debe representar un mínimo del 55% del peso de la materia seca de la ración. “En Estados Unidos en el pasado se trabajó con raciones con más concentrado que forraje, alimentando a las vacas como si fueran cerdos, pero eso se abandonó porque provocaba menores niveles de grasa y de proteína en leche y más problemas de acidosis”, explicó.
En este sentido, el profesor de la Universidad de Pensilvania explicó como afecta la relación de forraje y concentrado de la ración a la ratio entre ácido acédico y ácido propiónico.
“Con un 100% de forraje no se cubrirían las necesidades nutricionales, sobre todo de energía, de una vaca de alta producción de leche. Y con una proporción de 60% de concentrado y 40% de forraje tendríamos una ratio de 2,3:1 , y por debajo de esa ratio no deberíamos pasar. Lo ideal es un 65% de forraje, pero teniendo en cuenta el forraje efectivo, el que come la vaca, porque podemos estar en una ración teórica de un 60% de concentrado y un 40% de forraje, pero la real ser de un 50% cada uno”, explicó Jud Heinrichs.
Influencia de la proporción de forraje y pienso de la ración en la producción de ácido acético y propiónico en el rumen:
Evitar el hacinamiento:
El hacinamiento puede deberse a que hay menos plazas que animales o porque las vacas acceden mal al pesebre, de forma que cuando lo hacen van realizar una comida grande y de forma rápida, provocando una bajada del PH ruminal, que posteriormente se va recuperando a medida que la vaca realiza comidas más pequeñas. Cuando el establo está saturado y las cornadizas son de autotrabantes, y no de libre acceso, la situación aún empeora.
“El hacinamiento es una situación bastante frecuente que provoca que ganaderías que podrían producir leche con un 3,8% de grasa, estén en un 3,5, y eso es bastante dinero”, aseguró.
A este respecto, recomendó pasar más tiempo observando el comportamiento de las vacas para ver si todas comen al mismo tiempo, si escogen los alimentos y por tanto no se corresponde la ración sobre el papel con la real, medir cuantas horas están las vacas fuera del pesebre o si la ración en el carro se realiza siempre de la misma forma.
El robot de ordeño:
Con la instalación del robot lo normal es que la vaca sea ordeñada entre 4 y 5 veces al día, y reciba cada vez su dosis de pienso. Sin embargo, Jud Heinrichs advirtió de que si no varía el tipo de pienso las calidades de grasa en leche pueden bajar debido a una disminución del PH ruminal.
En este sentido, las recomendaciones de Jud Heinrichs son poner en el robot el mínimo de pienso, lo justo par que la vaca vayan a ordeñarse -la media está entre 4 y 5 kilos de pienso en robot por vaca y día-, elegir un pienso con más almidón, más digestible, y en formato pellet, con más fibra, mientras que el pienso más proteico iría en el carro mezclador.